Vientos extremos. Temperaturas altas. Es un agosto atípico en Bogotá. Un temblor pone en alerta a la ciudad. En un conjunto cerrado el portón se avería, alterando su tranquilidad. La alerta crece cuando se descubre que unos extraños entraron a una casa vacía. Corre la voz, “se están metiendo a los conjuntos” y la profecía que reza "un 31 de agosto de un año que no diré, sucesivos terremotos destruirán Santa Fe". Los residentes deciden defenderse de los invasores a como dé lugar. Pero no logran ponerse de acuerdo. Lo único claro es que cada cual velará por sus privilegios y su individualidad.